domingo, 17 de febrero de 2013


Psicofisiología III

Aportes de Laborit sobre Biología del Comportamiento. Comportamientos innatos y adquiridos. Sistema Activador de la Acción y Sistema Inhibidor de la Acción. Miedo y Angustia. Aportes neurobioquímicos.



Prof. Dr. Roberto C. Frenquelli

Tercera Parte


Uno de los grandes aportes de Laborit es aquel donde considera a los procesos psicológicos como adscriptos a la función. Define la función como “un medio para el logro de un fin”. Laborit no es teleologista, es decir no adscribe a un finalismo. Es más bien un teleonomista, es decir adscribe a que una estructura se define en si misma, que su función es inherente a ella misma. No es lo mismo decir que “el ojo es para ver”, que “el ojo ve”.

La Evolución no es un proceso establecido como el trazo de una flecha, no hay un sentido predeterminado. Si lo hubiera no habría tanta resistencia por parte de los Creacionistas. Darwin estaría mucho más tranquilo. Del mismo modo podríamos decir que la fisiología del cerebro no es “para pensar”, sino que el cerebro “piensa”, “menta” como a un conocido le gusta decir. La perspectiva teleonomista es de corte singular, abre camino a la subjetivad. No es una perspectiva finalista estricta. No vivimos “para”, simplemente “vivimos”. No vamos hacia un lugar previamente acordado. Armamos nuestro derrotero en la interacción, en el vínculo. La Fisiología es Vincular, es Relacional.

Muchas de las críticas a Darwin vienen de un malentendido básico: la creencia de que estaba de parte “de la supervivencia del más apto”, de una postura cerril a favor del “más fuerte”; bien del lado de lo que después de su obra fue tomado por el “darwinismo social”. Esta suele ser una crítica desde cierta izquierda que si no roza la ignorancia utiliza argumentos chicaneros, de oportunidad. Darwin no tiene nada que ver con el “darwinismo social”. El hablaba de la supervivencia del apto. No hizo ningún ranking de fortalezas. Otra de las críticas a Darwin vienen desde la religión, de las iglesias. Es una crítica burda, que trata de sostener un universo creado a imagen y semejanza de un dios. Pero hay muchas iglesias: una de ellas, muy disfrazada de “no iglesia” es la propia hermenéutica, de la centrada en el “giro lingüístico”; la que cree que el Lenguaje crea las cosas.

Si es cierto que “en principio fue el verbo”, debemos pensar que “verbo” se refiere a “acción”. Las palabras son acciones. La omnipotencia del pensamiento, cerca del pensamiento mágico religioso, le da a la “palabra” el valor de creadora. Sería algo así como cuando el niño cree que al pronunciar una palabra aparecerá ante sus ojos la cosa.

Estas posturas, ya no de niños, sino de algunos profesionales, muy intelectualosas ellas, son profundamente religiosas. La expresión latina Totum in verba, todo está en la palabra, es una expresión que brega por la esencialización del lenguaje, donde el sentido está de antemano en la palabra; como Creación no como Construcción compartida. Es lo que lleva a creer, en el caso de cierto Psicoanálisis, que con sólo pronunciar la palabra “ya está todo claro”. Como decía un Maestro: “es el Psicoanálisis de el que lo dice lo es”. En la versión de los pibes de mi barrio, “ah…, vos mismo lo dijiste…, entonces sos!, lo dijiste!”.  Es cuando se atribuye al “significante” el pomposo título de una Esencia con valor de Verdad. En sentido religioso claro.

Cuando hablo de función no me refiero a “funcionalismo” en un sentido pragmatista. La fisiología es el estudio de la función. La función, siempre unida a la estructura, tiene – ahora sí debo hablar de finalidad – está al servicio del mantenimiento de la información estructura. Al fin, algo de finalismo comparto. Pero no es un finalismo extremo, ese que justifica cierta esencia. Es un finalismo débil, adscripto al sostenimiento de la vida. Es lo que quiere decir con el aserto “los seres vivos tienden al mantenimiento de la organización estructura”. Mantener la información estructura no quiere decir no cambio. Quiere decir sostener esa estructura, la misma que permite el cambio. Es cierto que somos todos los días la misma persona, pero al mismo tiempo, paradojalmente, no somos la misma persona. Esto es bien de la Lógica de lo Viviente. En todo caso en nosotros coexisten Parménides y Heráclito. Todo cambia merced al Sistema Nervioso.  

Otra de las grandes afirmaciones laboritianas es aquella que reza: “el sistema nervioso está preparado para la acción”. Hoy nos parece casi irrelevante repetirla. Pero hace muchos años, cuando yo estudiaba Medicina, créase o no, nadie pudo contármelo. Nosotros nos aproximábamos a los hechos de la vida de una manera tonta, playa. Para qué todos estos accidentes anatómicos, tan difíciles de recordar? Nos costaba entender el arco reflejo; no en su estructura elemental, claro está. Nos costaba entender al Sistema Nervioso como una estructura capaz de cierta tramitación. Donde la Acción, desde lo motor en adelante, es la vuelta sobre el medio, buscando cierto equilibrio.

Laborit nos enseñó eso. Por eso nos metimos con él. No sé bien qué pasó. O no tuvimos buenas lecturas, o no aprovechamos a ciertos Maestros. Por momentos me quedo con que la “cultura médica imperante” era muy ignorante, muy elemental, muy playa como dije antes. Nosotros aprendíamos una Biología que poco tenía que ver con la Vida. No había idea de la “lógica de lo viviente”.

Hace pocos meses estuvo entre nosotros una neuróloga y psicoanalista francesa: Annaik Fevè. Estuvo en el Congreso Nacional de Adeip y en la Sociedad Psicosomática de Rosario. La verdad es que quedé en deuda con ella. Pudimos hablar poco “mano a mano”, como me gusta. Faltó tiempo. Una de las cosas que me quedaron picando fue cuando dijo que no entendía porqué motivo me gustaba Laborit, cuando se trataba de un autor adverso al Psicoanálisis. Doble problema para mí: por un lado, me considero un hombre muy cercano al Psicoanálisis, por otro no me parece que Laborit sea un adversario del Freud. Tal vez sí del Lacan de la exorbitancia parisina, seguramente uno de sus rivales. Como él, Laborit era peleador, muy pagado de si mismo.  Siempre me resuenan sus palabras: “seremos los primeros en no reducir la Psicología a la Biología. Pero nunca reduciremos la Psicología a la Psicología, menos ésta al Lenguaje”.

Laborit dice con claridad que el Lenguaje es Conciencia. Nosotros no podemos acceder fácilmente al Inconsciente. Solo accedemos a él, siguiendo a Freud,  por sus derivados: lapsus, sueños, síntomas. Es cuando el franchute nos dice claramente de la conveniencia del abordaje a los fenómenos inconscientes por medio de la experimentación, como modo de extender las posibilidades de su comprensión. Como un medio más, no excluyente de otros. Cómo entender el Psiquismo sin conocer el Cerebro? “Cómo comprender lo entornante sin comprender lo entornado?”

Laborit está mucho más cerca de Freud que de Lacan. Lo digo pues considera a los fenómenos de huella, de memoria, como base del funcionamiento psíquico. Hay un tramo de “La inhibición de la acción” donde dice coincidir con Lacan en aquello de que “el inconsciente está escrito como un lenguaje”. Ignoro que grado de lectura tenía de Lacan. Me impresiona que no se refiere ni lejanamente a algo parecido.

Sí es cierto que Laborit piensa que nuestro Inconsciente es el reservorio de la acción. Un reservorio memorizado, con una semántica, una sintáctica, con una pragmática. Donde hay una interpenetración de inconsciente y conciencia. Consciente, dice, es aquella manera “donde no se puede responder en forma enteramente automática o enteramente por azar”. Para Laborit, la Conciencia no es un pariente pobre del Psiquismo. Como para Freud. Ambos comparten la idea de su fragilidad.

“La Conciencia se construye segundo a segundo”, es frágil. Pero es lo mejor que tenemos. No piensa que el creador, el innovador,  estén fuera de su campo: el cambio y la creación no son automatismo, no son azar. Son novedad, son un producto del mayor refinamiento cerebral. En todo caso, agrego esto yo mismo, será necesaria una buena permeabilidad entre lo inconciente y lo conciente. Pero esto último no falta. Para Laborit el artista, en el momento de la creación está muy, pero muy conciente. No está ni borracho ni drogado, como en algunos círculos risueñamente se supone. Los artistas son muy rigurosos, son muy estudiosos. Charly se puede hacer el loquito, pero cuando compone no está nada loco. Es un loco cuerdo. La Conciencia hace la diferencia. La diferencia no es un brote, una emanación del Inconciente. Nadie habla con el Inconciente. Ni para Laborit, ni para Freud. Laborit descree en la averiguación sobre el funcionamiento mental totalmente basada en el Lenguaje. Y creo que tiene mucha razón. Salvo que uno se juegue por la redundancia en el “giro lingüístico”, en el Creacionismo Verbal. Esto no niega el valor del Lenguaje, tanto para él como para nosotros.

En un momento dice: “…casi lo que se nombra no existe”. Postura que tiene un grano de verdad. Pero no hay que confundir lo nombrado con lo existente. Menos que lo existente no sea producto de un complicado logro del psiquismo, en relación, para llegar a una atribución de sentido. La teorización freudiana de “La interpretación de los Sueños” está muy cerca de la expresión laboritiana del Inconciente como reservorio de la acción. Laborit habla de una “Imaginación Concreta”, muy cercana a las huellas mnémicas en complejos de imagen, movimiento y registro emocional que Freud explica bien desde el “Proyecto”. En lo que hoy llamamos Lenguaje Analógico Icónico, el de las Representaciones Cosa. La Palabra, las Representaciones Palabra, vienen después. Convendría, para aquel interesado en estos temas y Freud, repasar términos como Identidad de Percepción, Identidad de Pensamiento; lo mismo que Representación Cosa, Representación Palabra, Proceso Primario, Proceso Secundario.

Dice una reconocida estudiosa de Freud, Isabel Lucioni, cuando tras considerar la idea lacaniana donde …

 “un verdadero Sujeto sólo puede hacerse reconocer por el que está de antemano reconocido, éste sólo puede ser Absoluto irreductible: el Otro. Una vez introducidos en el juego de los símbolos, los Sujetos siempre estarán obligados a comportarse de acuerdo a una regla.
Obviamente esta regla no es otra que la sujeción a la estructura binaria. Si alguien pensó que se trataba de no robar o no matar se equivocó; salvo que en todo caso, entienda que éstas últimas son epifenómenos imaginarios de la Ley lacaniana, que nos sujeto al absoluto irreductible que es el Significante u Otro.

… sigue luego,  claramente en consonancia con lo que vengo trabajando:

Esto implica una monodeterminación de “lo humano” provisoriamente comprendido bajo “Sujeto”, reduccionismo determinista absolutamente extraño a la sobredeterminación freudiana.
Sobredeterminación en Freud no es sólo la del síntoma, es uno de los pocos autores que contempla las más complejas multicausalidades en la determinación de la Cultura y del Aparato Psíquico. Comencemos por las Series Complementarias como serie multicausal que explica toda configuración psicológica y de ninguna manera sólo psicopatológica.
Esto implica: determinación genético – biológica, que escape al campo epistémico del psicoanálisis por ahora, de ninguna manera quiere decir que el psicoanálisis olvide que una de sus categorías claves: la pulsión, tiene un pie somático del que no nos podemos hacer cargo los psicoanalistas. Pero es premisa de nuestras premisas y deja a la teoría con flexibilidad para absorber los descubrimientos psicobiológicos. Descubrimientos que parecen avanzar a pasos agigantados y que pueden dejarnos colgados del Significante.
La multicausalidad freudiana como Series Complementarias implica Experiencias infantiles que transforman junto con excitación perceptiva a la excitación somática en excitación psíquica, esto es: Investidura.
Las Investiduras o Ocupaciones son Huellas Mnémicas, experiencias infantiles que van instalando el Aparato Psíquico con excitaciones que ya no son somáticas ni perceptivas: son significaciones, atesoramiento de información cognitivo-libidinales.


La Teoría del Lenguaje implícita en Freud no tiene nada que ver con la de Lacan. Lacan, aquí interpreta “a su manera” a Freud. Pero no es Freud. Es por eso que me parece que la idea de Annaik Fevè acerca de la supuesta oposición de Laborit al Psicoanálisis no es cierta. No por que Laborit no haya dicho tal o cual cosa, sobre todo en las “tenidas” parisinas, en los exhibicionistas círculos intelectuales. Me gustaría instalar bien qué supone estar o no del lado del Psicoanálisis. Qué es estar del lado de  Laborit, supuesto oponente de Freud.

La adhesión al Psicoanálisis no parte de repetir como loros frases archisabidas, en el apuro de tener que tomar una postura ante las urgencias de la vida estudiantil y la lógica dependencia al fanatismo profesoral, muchas veces munida de una jergafasia tragicómica. La adhesión al Psicoanálisis, sobre todo a Freud, parte de estudiar cuidadosamente su obra, sin ciertas deformaciones que muchas veces rozan la deshonestidad intelectual. Muchos conceptos de Laborit ayudan entender a Freud. Freud no reniega de lo Biológico. Al contrario. Laborit, a su vez, en mi modo de ver, no reniega del Psicoanálisis. Al contrario, estudiar su Biología permite entender mejor a Freud.

Cierro con otra cita de un autor psicoanalítico que sigo desde hace años, justamente en un tramo donde habla de Psicología no reducida al Lenguaje:

“La pretensión de autosuficiencia de las “ciencias humanas” conduce a dos concepciones muy distintas del lenguaje. Si en el empirismo el lenguaje es un instrumento para reflejar hechos extralinguísticos…, en las “ciencias del espíritu” pasa a ser una realidad lingüística autónoma… Con lo cual a cada postura corresponderá un enfoque distinto del determinismo: un determinismo psíquico donde los significados pertenecen primariamente a hechos mentales por fuera del lenguaje, y un determinismo lingüístico donde los significados son intrínsecos al código lingüístico e independientes de referentes: el axioma hermenéutico fundamental es que no hay significado ni mente por fuera del lenguaje”.
En la concepción freudiana, en cambio, lo psíquico inconciente que subyace al lenguaje cumple un papel comunicacional: “cada uno tiene en su propio inconciente un instrumento para interpretar las expresiones de los demás”, y el correlato operacional del analista a la asociación libre será su capacidad para “captar la dervia del inconciente del paciente con su propio inconciente” (J. Ahumada, ver abajo).


Algunas lecturas recomendadas, no en estricta relación a la materia, de utilidad para                profundizar en este material:

Ahumada, Jorge (1999); “Descubrimientos y refutaciones. La lógica de la indagación psicoanalítica”, Editorial Biblioteca Nueva.
Lucioni, Isabel (1993); “Lacan versus Freud”, Editorial Kargieman.


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